Los seres humanos utilizamos nuestras manos para calificar una cosa, para evaluar su autenticidad; es nuestra herramienta más confiable para la medición. Pero, ¿qué sucede en el mundo virtual?
Murray Grigo-McMahon, Qlik Design Strategist, desarrolló una interesante perspectiva sobre la confianza y el acto humano de interacturar de forma directa con las cosas. Incluso, si éstas se encuentran en el plano virtual.
En su artículo “Touching is trusting”, Grigo-McMahon relata cómo nuestro sentido del tacto juega un papel muy importante para medir la calidad, la autenticidad y que es, en última instancia, lo que nos permite tener confianza en una cosa.
La pregunta del millón es: ¿tocar algo ayudará a entender más aún si es virtual o abstracto, como un gráfico? Y su respuesta parece ser contundente, apoyada, además, por la experiencia real.
En principio parece contradictorio, ya que en el mundo virtual todo lo que puedes sentir físicamente es el vidrio. Sin embargo, los seres humanos disponemos de una asombrosa capacidad para «virtualizar» los sentidos. A menudo se observa cómo la gente se involucra con la interfaz de usuario basada en el contacto. La forma en la interfaz de usuario reacciona y la retroalimentación es esencial para la experiencia. El acto natural de llegar y tocar, esa es la clave. La experiencia puede tener un impacto muy real en la forma en que la gente percibe y entiende las actividades que se están produciendo.
Existe el caso de una empresa que al migrar una aplicación para clientes – que permitía la selección de hipotecas – desde una computadora portátil hacia un iPad, observó una mejora significativa en las operaciones cerradas en el día en la tienda. Antes de esto, la compañía contaba con una herramienta basada en la computadora personal en la que el agente de venta se sentaba frente a un posible cliente y mostraba las diversas opciones y datos sobre el funcionamiento de los diferentes préstamos. Cuando reemplazaron el portátil, los resultados fueron asombrosos: 30% de crecimiento en la cantidad de ofertas cerradas en la tienda, en el día.
Mucho de esto tiene que ver con el cambio en la dinámica interpersonal que crean los dispositivos táctiles. El gran cambio parece ser el hecho de que el cliente está haciendo la exploración, el análisis, está ‘hurgando’ entre los datos. Simplemente confían más en lo que están viendo porque ellos tienen el control: no hay “operador inteligente”, ninguna persona está detrás de la cortina. Simplemente, el control está en sus manos.
Confiamos en nuestras manos; ser capaces de sostener y tocar nos ayuda a juzgar una cosa. Después de todo, nuestras manos han sido nuestra métrica de elección, son nuestra medida más conocida y de confianza.
La profunda confianza que tenemos en nuestras manos traduce la interfaz de usuario basada en tocar. Tocar una cosa nos permite calificar el contenido de una manera muy natural, que se nutre de los procesos evaluativos profundamente humanos.
Cuanto más una pieza de contenido basado en pantallas, como un gráfico, puede apoyar estas formas de examen, es más fácil y natural trabajar con ellas. Esto conduce a una mejor comprensión de la misma y más confianza en nuestra evaluación de lo que nos está diciendo.
En “Seis consejos para optimizar la visualización de datos en las empresas” José Antonio Miguélez, director técnico de Qlik Ibérica, afirma:
“Con la integración de una óptima tecnología de visualización de datos es posible mostrar información clave a través de gráficos, tablas, mapas, etc, lo que permite extraer conclusiones de los mismos de manera sencilla y visual, algo fundamental para que las empresas puedan tomar mejores decisiones a tiempo real, así como mejorar el funcionamiento de su negocio, descubrir áreas que impulsar o anticiparse a problemas antes de que supongan un verdadero problema para la compañía”.